jueves, 14 de mayo de 2009

La hora del adios...

La única razón por la que vine es... para decirte que ya nada es posible.
Que mis sueños ya no son lo que eran, que cada uno fue forjándose en si mismo, y ya nada queda de aquellos.
Que tu norte ya no es el mío, que mi calor ya tiene otros sentidos.
Que tu palabra ya no me resulta única, ya no es música para mis oídos
Que tus caricias no dicen nada, más que la frialdad que guarda tu alma.
Que aunque quise vida quererte más, yo no he podido y debo marcharme…
Te deseo siempre lo mejor del mundo, sigue siendo el niño ese que sonríe. No pierdas la calma, ni tu algarabía, sigue en tus proyectos cada uno de ellos, llena tu inocencia de sabores frescos… Busca en otro alma, algo que te de, más de lo que tienes, más de lo que ves… Encuentra en los recuerdos si algo te ha quedado de estos largos años, de amor y desgarrado, no ha sido tan fácil vivir a mi lado, yo con mi silencios y tu con tus horarios…
Pero estoy segura que yo te he amado, más de lo posible, más de lo soñado, y guardaré tus sonrisas en los sueños de cada enamorado…
Te dejo mis libros y hasta algún poema, mis sonrisas, mis lágrimas, mi ilusión de amar, se queda contigo un pedazo de mi alma, apenas tú puedas devuélvamela. Me llevo conmigo ese abrazo que no diste, ese beso que guardaste y también el olvido…
Hasta siempre vida que seas feliz, que Dios te ilumine, yo... ya debo partir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario