La
noche cae, como esas noches que se esperan a modo de remanso en el viaje de la vida. La brisa
apenas fresca desplaza las cortinas de ese cuarto y la luz de la luna refleja
el rostro de ese hombre al que ama y yace cual un niño en su regazo. Disfruta
de ese instante y lo guarda cual tesoro para cuando el pecho clame el calor de
esa piel, el sabor de esos besos y la dulzura de ésa mirada de un azul
indefinido. No duerme y disfruta de cada suspiro, abrazada a él, como quien
desea adueñarse de su alma en cada
abrazo. Sin caer en el Nihilismo,
sabe que no pueden darse más que eso, un respiro para seguir estoicos ante los
compromisos asumidos. Y aún a sabiendas de esa realidad tan palpable como el
cabello de él escurriéndose entre los dedos de ella, un sabor amargo a partida la invade cada vez
que esa alarma le anuncia que es hora de vestir a la señora de elegante
tailleur, de recoger el cabello, acudir
al tenue maquillaje, volver a su perfume
de toda la vida y tomar el auto sin siquiera mirar atrás. Podría decirse que su
frialdad es inmanente a ella, pero no lo es. Es tan sólo el subterfugio del
que puede asirse por el sólo hecho de no poder enfrentar el
desafío atroz de superar el dolor o volver a ese cuarto. Y ante esto, prefiere
la rauda partida.
La
bocina suena sin parar, las luces iluminan a esa espesa niebla, y las sirenas son la música de fondo. ¿Será un
sueño?, quizás otra vez la pesadilla de verse en esa camilla cubierta con un
sábana blanca y si bien su rostro no se ve,
sabe casi con exactitud científica, que es su cuerpo el que se encuentra
allí. Pero esta vez la diferencia radica en el dolor, uno profundo y asfixiante
que la envuelve, la sensación de que el aire pugna por llegar a sus pulmones en
un esfuerzo casi infructuoso, lo hace sin duda alguna muy diferente al sueño,
donde todo es paz y desprenderse al fin del dolor, ése con el convivió durante casi toda su vida.
Despierta y un aparato le suministra el oxigeno necesario, un especie de corsé
le sostiene su torso, y si bien siente
cada parte de su cuerpo el ramalazo es constante. Salvo en sus brazos,
allí hasta desearía sentir dolor, con tal de sentir algo. Intenta mover sus
manos pero estas incautas no responden. Apenas puede divisar un rostro y luego son dos en lugar de
uno, un atisbo de cordura la estremece, cierra los ojos e intenta pensar que
otra vez esa pesadilla la está torturando, pues para eso es católica,
simplemente para que la culpa la subyugue.
Una mueca de sonrisa se dibuja en su rostro. Las voces que murmuran, le
hacen saber que no es una pesadilla, esos rostros son los de su esposo y su amante
respectivamente que están al pie de la cama.
Los
días sucesivos todo se desarrolla de manera pausada y equilibrada, ellos
acuerdan el cuidado de ella, junto a dos amigas de toda la vida, y logran estipular
un horario corrido de seis horas cada uno. Fue así que entre su esposo, dos
amigas y él, la cuidarán alternándose cada seis horas por turno, de seis a doce
del mediodía su amiga de la infancia, de doce del mediodía a las dieciocho su
esposo, de dieciocho a cero hora su otra gran amiga de la vida, y de cero hora
a seis de la mañana él. Nadie pide explicaciones y ella no está dispuesta a
darlas. Ya sin esos aparatos que cumplan sus funciones vitales, se siente
aliviada. No se ha dignado a emitir palabra, si bien los médicos aseguran que
sus funciones vocales están afectadas, pero no al punto de impedirle el habla. La
única persona con la que con un hilo de voz charla, lee y debate entre
Nietzsche, Jung, Lacan; Balzac, Tolstoi, Alighieri, Kafka, Borges, García
Márquez, Pérez Reverte, y cuando la nostalgia de ese amor los invade nada como
Neruda, Bécquer, Storni, Allende, Benedetti, es con él. Las palabras sólo se hacen
presente ante él y los tres hijos de ella. Nunca puede hacerlo con otras
personas, a pesar de las largas sesiones de fonoaudiología, su limitada voz
sólo puede ser descifrada por ellos cuatro,
y su energía no está dispuesta a malgastarla en quien no puede escuchar. Pues la necesita para sus
largas sesiones de rehabilitación, y así poder cumplir con su ilusión de volver
abrazarlos, más allá de las palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario