viernes, 15 de julio de 2011

FRUTO DE UN AMOR...

Ella sentada junto a su esposo, simula entereza ante la escena, los gladiadores luchan hasta que uno vence… Lo que nadie sabe es que sus lágrimas no son el producto del polvo que se disipo por el estadio, sino el dolor de ver a su amante lastimado al extremo.
Saluda con una reverencia tomada por la otra mano de la mano de su esposo, se retira a sus aposentos, no sin antes llamar a su sirvienta que la llevará por los rincones más ocultos del palacio, y es así que se encuentre con su amor quien yace mal herido en el cuarto acondicionado para la ocasión…
Sus dulces besos lo consuelan, la sirvienta se retira, ellos a pesar del dolor y del espanto, tienen su última noche de pasión… Con la claridad de la mañana ella despierta, el sol tenue se cola por las rendijas de la vieja y maltrecha ventana, esa que reverbera la luz sobre el cuerpo inerte de su amado que ha partido mientras ella dormía… Lo besa en la frente y se retira. Con la prestancia y la calma que se espera de alguien de su categoría. Nada de lágrimas sólo el dolor que cava hondo en su interior pero que nada trasluce al exterior. Sube las escaleras y comienza su rutina de señora real.
Han pasado cinco meses de esa noche y el primogénito del faraón guarda en su sangre el secreto del gladiador y su doncella…

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